miércoles, 16 de julio de 2008

Celebro, festejo y disfruto...










“Nada hay mejor para el hombre que comer y beber, y llegar a disfrutar de sus afanes. He visto que esto también proviene de Dios. Porque ¿Quién puede comer y alegrarse, sino es por Dios?”[1]
Quiero compartir con ustedes: familiares, amigos, conocidos y desconocidos la celebración de mis 43 años. Sí, llegué a mis cuarenta y tres, aunque no parezca…
Un treinta y uno de mayo de 1965 a los siete meses de gestación Ana (mi madre), en un hospital del estado Zulia-Venezuela dio a luz un no muy hermoso niño, al cual lo bautizó en la santa iglesia católica con el nombre de Alexy Ramón Soto Marín. Disculpen mis lectores pero lo de la mala combinación de nombres se la debo a mi progenitor, que entre otras, una de las pocas cosas que me dejó después de mi llegada al mundo fue esa no muy sonora combinación de nombres. Pero como todo buen macho latinoamericano tenía que dejar su impronta (Ramón) en su primogénito varón, aunque no le dejara nada más.
Mucha ha sido el agua que a pasado bajo el puente de mi vida, pero no se preocupe que no lo voy a encadenar a leer mi historia. Si desea saberla escriba un comentario en mi blog (http://www.teologiareflexiva.blogspot.com/) y se la contaré con gusto. De igual forma puede formularme esa pregunta que siempre me ha querido hacer -y la que aún no se ha atrevido a lanzarme- pero tenga cuidado, porque quienes me conocen saben que las contesto con toda honestidad.
Con estas líneas lo que deseo es compartir con ustedes el disfrute de mi vida y un excelente regalo recibido justo a pocos días de esta fecha natal. Muchos son los regalos recibidos a lo largo de cuarenta y tres años, pero uno de los que más me ha impactado lo comparto con ustedes en las primeras líneas de esta lectura; Un viejo texto bíblico, que me invita a disfrutar de mis afanes, alegrías, comidas y bebidas (mientras se tenga y se pueda comer).
De igual forma compartir mi agradecimiento a Dios por lo recibido, vivido, disfrutado y sufrido; porque, aunque tengo miedos me atrevo a seguir; aunque la profundidad del mar me asusta, me atrevo a nadar; la oscuridad me aterra, pero a tientas salgo a la luz; no tengo hijos, pero me siento padre con el huérfano de la calle; no obtengo la medalla como el mejor, pero llego a mi meta trazada. Por todas estas cosas y las venideras, tomo prestada la estrofa que entona la canta-autora Mercedes Sosa: Gracias a la vida que me ha dado tanto, me ha dado la risa y me ha dado el llanto… gracias al Dios conocido que se ha hecho y se hace presente en la particularidad de mi vida y en las ausencias que ella me presenta.
Me felicito no solo por mi cumpleaños, sino por lo que soy y aun por lo que no soy. No me angustia lo que no he hecho, me alegra lo que hare. Por eso hoy Celebro, festejo con cada uno de los que forman parte de mi universo conocido, expresando un pleno agradecimiento a ese “Gran Otro” que la mayoría llamamos Dios, porque ¿Quién puede comer y alegrarse, sino es por Dios?
Tu amigo y hermano que entre ironías y alegrías celebra junto a ti el don de VIVIR.
[1] Eclesiastés 2 versículos 25 y 26 Nueva Versión Internacional.

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