viernes, 14 de septiembre de 2012

De que se trata el 7 en Venezuela me pregunto un amigo mexicano…


Nosotros los venezolanos tenemos más de una década con una división política que se ha hecho presente en casi todos los escenarios de nuestras dinámicas cotidianas. En este momento todos estamos a la expectativa de lo que pasara el 7 de octubre en el terreno de las votaciones presidenciales. Paradójicamente hoy nuestro sentir es común, “que gane nuestro candidato,” sin embargo hay muchas otras cosas que nos hacen convergente, como es el amor por nuestros hijos y el miedo que la inseguridad nos los arrebate; el sin sabor que nos produce ver a nuestras madres que se agotan en el va y ven de hacer rendir el alimento diario; la frustración de nuestros padres desempleados o el padre que teme perder el empleo; la impotencia del empresario rebuscador que su carga casi nadie va a comprar.
No se trata de mis hijos, mi madre, mi trabajito, mi rebusque. Se trata de los hijos de María, la señora de las empanadas de la esquina que de sus tres hijos le quedan dos; se trata de Domingo el contador que se rebusca en su taxi de alquiler; se trata de Heberto, que las pocas ganancias de su quincalla se la llevan las vacunas.
Se trata de que seamos una gran familia, como familia nos interesemos unos por otros y para nosotros no deben existir los hijos preferidos. No somos Rojas ni Blanco, SOMOS VENEZOLANOS con nuestra diversidad de pensamiento que nos da el disfrute del mosaico que representa nuestra libertad compartida. Por este sentir que nos unifica como venezolanos e independientemente de la religión que profesamos somos hombres y mujeres temerosos de Dios. Un temor que nos debe llevar a pedirle que tenga misericordia de nuestra familia Venezolana e independientemente de nuestra identidad política sea haciéndose Su voluntad y que nos use como instrumento de bendición y unificación.
En la inmensidad de la sabiduría bíblica hay una parte que dice que “el pueblo tiene el gobernante que se merece.” En este sentido como venezolanos somos un pueblo que se identifica con el trabajo, la familia y el respeto que sumados al deseo de avance le apostamos a la educación, la libertad de expresión y decisión dialogada.

Si estamos claros con nuestras innegociables señales de identidad, entonces se trata de preguntarnos ¿Qué gobernante merecemos? ¿Está en la agenda de nuestro candidato el desarrollo de las señales de identidad que nos caracteriza y que determina nuestro destino como familia?  Son pregunta que debemos de agendar en la intimidad de nuestra espiritualidad antes de este 7 de octubre.
Mi amigo el mexicano no entendía mi palabrería y es posible que muchos tampoco, pero si se identificaba con mi sentir de patria, porque en su México lindo y querido al igual que en otros territorios se hace presente cada día más ese venezolano talentoso en busca de la preservación de la particularidad de su familia que lo obligó a separarse de la colectividad heredada y compartida en el desvanecimiento de la seguridad de patria.
El 7 se trata de hacer de nuestra elección personal una bendición colectiva.
A la distancia de las tierras y la cercanía del sentimiento nacional.

viernes, 16 de abril de 2010

¿Cuales son mis señales de identidad?

¿Cuáles son mis señales de identidad como venezolano? Es una pregunta pertinente hoy para toda la población de mi país. Hace un poco más de 10 años los venezolanos nos caracterizamos por dialectos propios, avance socio-económico, un Caribe único, un amazonas compartido, numero uno en producción petrolera latinoamericana y muchas coronas de belleza.
En la actualidad el venezolano es identificado principalmente por la afiliación política a la cual pertenece. El color rojo inicialmente fue el color de campaña política del actual presidente, sin embargo después de su triunfo no solo fue el color de su consigna política, sino, la identificación uniformada de todos los entes nacionales pertenecientes al estado venezolano.
En mi andar diario como estudiante internacional en los Estados Unidos de Norteamérica me encuentro en constante relación con personas de diferentes nacionalidades, pasando por la experiencia de ser interpelado en las primeras palabras de cambio con el cuestionamiento de ¿cual es mi identidad política? ¿Eres Chavista o no? Es un par de preguntas de interés que van más allá de querer saber otros rasgos culturales que me identifican.
Pero la pregunta sigue sin contestar ¿Cuáles son mis señales de identidad como venezolano? Mis rasgos de identidad los relaciono con la capacidad de dialogo que nos identifica desde nuestros antepasados indígenas, por la tendencia a reconstruir y construir, por lo rico que somos como territorio con nuestros minerales, ganadería y producto de la tierra.
No puedo dejar de lado la hospitalidad, el nacionalismo, la educación y las mujeres bellas; en mi caso hasta con un puente, una gaita y un permanente relámpago del catatumbo que resplandece cada noche.
Sumando mi particularidad física: ser cristiano-protestante, piel negra, mediana estatura y cabello ondulado. Amante de la música latina, el buen comer, la amena charla y una buena fría en medio del calor.
Estos son algunos de los rasgos, que me identifican como venezolano que van más allá de un color o una afiliación política, porque la afiliación política no representa la unidad de raza, no suma o resta mis deberes y derechos, los cuales disfruto y cumplo.
Las señales de identidad es la particularidad individual que se hace colectiva en un pueblo nos hace únicos.

domingo, 7 de marzo de 2010

La razón y la pasión como elementos presentes en la oración.

La razón aprieta mis manos, asegura mi cintura, me ajusta el calzoncillo, afirma mis pies, describe mis sentimientos, me dice lo que no y lo que si, contabiliza mis lagrimas y mis risas, me enseña que un mal rasgo de oleo en el lienzo se puede tapar con otro rasgo mejor; prepara una perfecta fiesta para un publico expectante. La pasión me provee de sentimientos seductores, que dan rienda suelta a mis manos, afloja mi cintura y me quita el calzoncillo, a mis pies los dirige a donde mi cuerpo y mi deseo son satisfechos, me da un contingente ilimitado de lagrimas y risas, me lleva a elaborar un dibujo apresurado donde no existe el borrador. Prepara una íntima fiesta para un público participante. Sin embargo las dos se encaran al son de la oración.

La razón y la pasión son vistas como elementos antagónicos, se puede observar en diversos sucesos donde la convergencia de las mismas supone el dominio de la una sobre la otra.
En este sentido la oración es uno de estos sucesos convergentes; la oración es considerada un elemento de capital importancia en el relacionamiento del ser humano con el ser supremo, es creída entre las formas de comunicación trascendental de mayor inscripción, llegando a convertirse esencialmente ejercitado por las colectividades religiosas. En relación al cristianismo se pueden observar diversas formas y maneras de oración donde la razón y la pasión se encuentran presentes. Considerando la acción antagónica entre estos elementos (razón y pasión) surge el siguiente cuestionamiento:
¿Cómo debe ser la dinámica adecuada entre razón y pasión en el acto de la oración?
Se ha predicado desde diferentes escenarios del cristianismo lo no confiable en la pasión de los sentidos, sino en la razón regida por lo bíblicamente correcto, sin embargo en la psiquis humana se encuentran las dos imposibilitando existir sin que estas sean parte constitutiva del ser, por lo que tanto los elementos racionales como los elementos emocionales no necesariamente hay que darles preeminencia el uno sobre el otro, sino por el contrario conectarlos y sujetarlos a la noción de “relación” que está en el fondo de toda “comunicación”, en este caso puntual de la oración.
Es de enfatizar que estos elementos son componentes de la psiquis del ser humano, como la oración es componente fundamental en casi todas las manifestaciones religiosas, entre ellas el cristianismo, por lo que “la ojeada a elementos vinculantes -a la oración- permite entender las renovadas tentativas que se han hecho por identificar religión y metafísica, y que hayan apostado por esa equiparación -de elementos constitutivos en ambas-.”[1] En este sentido se hace importante la comparación argumentativa respecto a la preeminencia que hacen las dos (razón y pasión) vertientes, el acto de la oración y la dinámica generada presencia de estos dos elementos en la oración.

¿Quien tiene la razón? es la pregunta en cuestión, la respuesta relevante esta entre Aristóteles y descartes.
La visión aristotélica considera que el hombre es el único animal que tiene manejo y disfrute de la razón, esto es lo que lo diferencia del resto de su entorno su articulación social con acción intencional y definida. “La razón de que el hombre sea un ser social, más que cualquier abeja y que cualquier otro animal gregario, es clara. La naturaleza, pues, como decimos, no hace nada en vano. Sólo el hombre, entre los animales, posee la palabra.”[2]
Un distintivo único en el ser humano para expresión de la razón según Aristóteles es la palabra; La voz es el conducto para expresar el dolor o el placer, a diferencia que la palabra es el conducto de expresión de la razón única y exclusiva del ser humano.[3]
Descartes aunque pertenece a la filosofía moderna, muy lejos y en algunos aspectos divergente con la filosofía aristotélica, es importante tomarlo en cuenta en el planteamiento del método, donde considera la “razón y el método”, al respecto deja sentado el origen de las cosas en Dios, y determina la seguridad de existencia en virtud de la capacidad de pensar y razonar, considerando que el hombre es una sustancia que piensa.
Puesto que ya sé que todas las cosas que concibo clara y distintamente pueden ser producidas por Dios tal y como las concibo, me basta con poder concebir clara y distintamente una cosa sin otra, para estar seguro de que la una es diferente de la otra, ya que, al menos en virtud de la omnipotencia de Dios, pueden darse separadamente, y entonces ya no importa cuál sea la potencia que produzca esta separación, para que me sea forzoso estimarlas como diferentes. Por lo tanto, como sé de cierto que existo y, sin embargo, no advierto que convenga necesariamente a mi naturaleza o esencia otra cosa que ser cosa pensante, concluyo rectamente que mi esencia consiste sólo en ser una cosa que piensa, o una sustancia cuya esencia o naturaleza toda consiste sólo en pensar.[4]
Descartes hace su concepción de razón en una época (siglo XVI) donde se dan eventos de incertidumbre; por un lado el sisma que vive el cristianismo católico con el surgimiento del protestantismo, por otro lado la religión y la ciencia son puestas en tela de duda. En este contexto Descartes hace de la razón el instrumento con el cual construye su teoría del método, lo que viene a ser una vía concreta de sentido y respuesta. Lo que se desea destacar que el planteamiento del método y la razón en Descartes en la época que se presenta dio una luz necesaria, sin embargo su posición pendular de considerar la razón sobre la pasión da paso a una falta de engranaje que se ve reflejada en las vivencias ser humano.

¿Que hago con esta pasión que me lleva a una excitación? pasa tiempo en oración me respondió mi amigo el pastor.
Desde la particularidad del cristianismo la oración es vista como un medio de sublimación de las pasiones, una ejemplo es: el individuo que pasa largo rato en un proceso de confesión, arrepentimiento y compromiso considerando la seguridad de haber sublimado sus pasiones, sin embargo basta salir del acto de oración cuando la pasión que se considera sublimada aparece nuevamente reclamando su espacio.
Aristóteles, para quien pasión y razón, su opuesto, son categorías accidentales del ser. “En este sentido aristotélico de pasión como pasividad o receptividad, «estar griposo» es una pasión. Sin embargo, le es connatural al término, también desde antiguo, el referirse a la emoción o a los deseo intensos o violentos. En la actualidad suele definirse como emoción o afectividad extrema, o reacción afectiva intensa a un estímulo.”[5]
Es tradicional, y no sólo en filosofía, enfrentar la razón a la pasión, de modo que normalmente debe entenderse que es propio de la racionalidad humana y de la vida ética sostener que la razón debe dominar sobre las pasiones. Pero la valoración de la pasión en sí misma es diferente según los autores y sus tendencias filosóficas.
En este sentido, Hume presenta en oposición al racionalismo el planteamiento de la razón como resultado del desarrollo de la pasión, sobrepone el elemento de la pasión como el que determina, delinea y elabora el esquema racional, de modo que no es la razón la que rige la vida sino la costumbre del acto y la acción que propone la pasión. En lo que Hume considera que el conocimiento se nutre de percepciones, estas percepciones son los sentimientos (por ejemplo amar, oír, ver, sentir, odiar, querer) que generan las ideas; por lo que las ideas son generadas por percepciones manifestadas en la palabra. Lo corriente en la filosofía es hablar del combate entre pasión y la razón, considerando la mayoría a esta ultima (la razón) como la realmente dominante, por lo que Hume se propone: “A fin de mostrar de toda esta falacia de la filosofía, intentare probar, primero; que la razón no puede oponerse nunca a la pasión en lo concerniente a la dirección de la voluntad”[6]. Esta afirmación da la preeminencia de la pasión sobre la razón al proponerse que: “la razón es y solo debe ser, esclava de las pasiones, y no puede pretender otro oficio de obedecerlas.”[7] Sesgo firme, definitivo y pendular por parte de Hume.

¿Cómo le pido al creador? A través de la oración.
Es de considerar que “el creyente se abandona a Dios –en el acto de la oración- y con ello afirma su existencia. De esta actitud fundamental se sigue que él en el curso de su vida volverá siempre a dirigirse a Dios. En consecuencia el hombre creyente será también un hombre de oración.”[8] Ante esta consideración de vinculación entre la creencia en Dios y la oración como consecuencia se puede deducir el alcance de este suscripción de este acto.
La constitución de la oración como una de las bases estructurales de la mayor parte de manifestaciones religiosas, en relación al cristianismo se pueden observar declaraciones tales como: “Si la fe falta, la oración es imposible. Luego, cuando oremos, creamos y oremos para que no falte la fe. La fe produce la oración, y la oración produce a su vez la firmeza de la fe”.[9] Aunque lo que nos ocupa es la dinámica entre razón y pasión en el acto de la oración la relación que la misma guarda con otros elementos como el de la fe pueden dar respuesta de su dimensión su complejidad.

Razón y pasión al son de la oración.
En este binomio antagónico de Razón y pasión en la oración se han convertido en una frustración, por la sobreposición de la primera en la segunda, y viceversa, en el diario vivir posterior a la oración, ¿Que hacer ante este fenómeno? ¿Cómo debe ser la dinámica adecuada entre razón y pasión en el acto de la oración?
La frustración es producida en el individuo en el acto de oración, ya que en vez de entenderlo como un acto relacional entre él y el Gran Otro donde puede expresarse, lo ha convertido en un monologo de razonamientos donde las pasiones no son reconocidas como parte constitutiva y participante de las acciones del ser, sino como las que deben ser sublimadas durante este acto de la oración. En este sentido el individuo vive una dualidad que posteriormente lo lleva a una frustración, cuando en su día a día se encuentra con sus pasiones reclamando su espacio.
Las emociones y los afectos como parte constitutiva de la pasión son parte inherente del ser. Aunque la perspectiva de este razonamiento es filosófico y hasta cierto punto teológico cabe hacer mención lo que Rafael Prada plantea, al decir que: “la psicología del profundo explica que experiencias indisolublemente ligadas, complementarias y dramáticamente conflictivas; la prohibición y la trasgresión, al amar y sentirnos amados conseguimos prohibiciones”.[10] En lo que se comprende en el señalamiento de Prada es que la aparición de la pasión hace por consecuencia la presencia de una razón en manera relacional.
Manuel Úbeda, comentando el tratado de las pasiones de Tomas de Aquino, dice: “si despojáramos a la vida política, cultural, social y religiosa del hombre o de la sociedad de sus elementos emocionales y afectivos se convertiría en un conjunto inexpresivo.”[11]. O sea que, en un mundo carente de sentimientos y de afectos, no hubieran podido tener lugar las múltiples manifestaciones de la cultura.
A manera de ilustración encontramos la descripción de la pasión de Cristo donde se describe la pugna entre el deseo sentido y el deber de la razón; el deseo de pasar la amarga copa y la razón del deber ir a la cruz; La consideración de Pablo de tarso al concluir que “el bien que debo no hago sino el mal que no debo”; Un Lutero convirtiéndose en un obsesivo auto-castigador al vivir la imposibilidad del dominio de las pasiones doblegando las mismas a su razonamiento. En estos ejemplos se ven casos bastante descriptivos donde la convergencia de la razón y la pasión pareciera que presentaran una relación antagónica.
Considerando lo emblemático de estos tres ejemplos presentados, se podría inferir que ¿La pasión quiérase o no, se levanta y presiona cruelmente para seducir al individuo llevándolo a la más indeseable situación de desesperación? o al contrario ¿Por la misma emblematización de los casos donde se ve el “triunfo” de haber alcanzado el objetivo general trazado en la determinación de sus vidas, es la razón la que se levanta, arropando y dominando finalmente la pasión? Tales cuestionamientos no tienen intención de ser respondidos, la respuesta queda a investigación del lector. En este sentido especulativo, donde lo constitutivo del ser es inherente a él y que, tanto las pasiones como la razón convergen y se hacen presentes, es de considerar que estos iconos de la oración cristiana, no consiguieron la sobreposición de la una sobre la otra, sino mas bien conectaron y sujetaron a la noción de “relación” que está en el fondo de toda “comunicación”, en este caso puntual de la oración.
Es de razonar la pertinencia teológica de este fenómeno, ya que la oración en el cristianismo ha sido y es un elemento fundante de la fe que desarrollan, sin embargo al mismo tiempo se puede ver en una vía paralelamente cercana el desarrollo de una apatía a la misma, en lo que al autor del presente ensayo considera una posible causa las afecciones producidas por una inadecuado entendimiento y reconocimiento de la razón y la pasión inherentes en el ser humano y que hacen presencia en el ejercicio de la oración.
¿Cómo debe ser la dinámica adecuada entre razón y pasión en el acto de la oración? Es la centralidad relacional del ser humano con el ser trascendente no se diluya ante el dominio de la una sobre la otra buscando así sujetar la noción de “relación” que está en el fondo de toda “comunicación”, en este caso puntual de la oración.

Disculpe mi mala explicación pero no soy filosofo, ni teólogo, ni escritor; solo soy un soñador que desea disfrutar la bendición de la oración, sin que la razón y la pasión molesten mi comunión.
[1] SMITZ Josef, Filosofía de la Religión, editorial Herder 1987, Pág. 108
[2] Política, I, 1553 a (Alianza, Madrid 1991, p. 43-44).
[3] Ibid p 47-50
[4] DESCARTES René, Meditaciones metafísicas , editorial Aguilar, 1961 Buenos Aires, Meditación VI pág. 103
[5]Ibíd. pág. 250.
[6] QUINTON Anthony, Hume, editorial Norma, Barcelona, 1999, (T 413-558) pág. 64.
[7] Ibíd. Pág. (T 414-1560).
[8] WELTE Berte, Filosofía de la religión, editorial Herder, Barcelona 1982 pág. 190.
[9] http://www.devocionario.com/, oración de San Agustín de Hipona.
[10] PRADA Rafael, Profundamente Humanos Editorial San Pablo, Santafe de Bogotá 1998, Pág. 68
[11] UBEDA Purkiss, Manuel; Introducción al Tratado de las pasiones, en Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino, p. 577. BAC, Madrid, 1965.

sábado, 18 de abril de 2009

Viernes en la noche…

Hoy viernes recuerdo la cálida Maracaibo, la pintoresca Venezuela. Amigos comienzan a llamar desde primeras horas de la tarde, haciendo “el cuadre” para la salida del viernes por noche, que hacía de nuestra realidad venezolana una disfrutable tragicomedia. Recibidos por la tertulia nocturna acompañada de risas, atendidos por el mesonero de turno, y despedidos por aquel maracucho rebuscador que nos dice: bien cuidao su carro jefe!


Hoy viernes añoro la bulliciosa Cali,
en esa sabrosa Colombia. Con un grupo de amigos y amigas revisamos nuestros bolsillos para pasar la noche comiendo una pizza compartida, y discutiendo teología al mejor estilo alemán en aquel recoveco de la calle 66 entre la Pasoancho y la Autopista.


Estos recuerdos y añoranzas se diluyen en un apartamento decorado al mejor estilo Norteamericano, con una película de Hollywood rentada en blockbuster, una llamada a Pizza Hut, y un valet parking que me recuerda al bien cuidao su carro jefe.
Abril 17, 11 pm desde San Antonio Texas USA, para todos los que se encuentran en está tierra compartida, en la añoranza de la Cali pachanguera y el recuerdo de Maracaibo en la noche.

domingo, 29 de marzo de 2009

EL GRADUADO

“Nada hay mejor para el hombre que comer y beber, y llegar a disfrutar de sus afanes. He visto que esto también proviene de Dios. Porque ¿Quién puede comer y alegrarse, sino es por Dios?”[1]
Después de cuatro intensos años en la construcción de un mosaico de vivencias, teniendo la centralidad en la culminación de una carrera. El pasado 13 de marzo dos horas fueron suficientes para enmarcar la pieza final, llamada acto de grado.
Eran las 7 de la noche cuando en la tradicional capilla B.H Welmaker entramos los graduandos, cada uno con diferentes emociones. Pocas veces había sentido tanta cercanía emocional como la percibida ese día entre mis compañeros:
Leegeirot, sentado en las mismas bancas de madera, en las cuales más de una vez asentía o disentía del predicador del momento, parecía incapaz de hacer una critica o un chiste del discurso escuchado; con rostro estático, mirada triste y fija en un más allá que el entorno, solo corrían lagrimas que no podía contener. Me murmuró en secreto: ¡estoy jodido no puedo dejar de llorar!

Al lado de Leege, Pilar, una mujer cuya relación no pasaba de un saludo en el aula de clase, me contaba en susurro lo realizada que se sentía al culminar esta etapa, con tres hijos que se hicieron profesionales antes que ella. A lo lejos estaban sus orgullosos hijos con un derroche de fotografías dirigidas a la “mamá teóloga”; donde la “teóloga esposa” tenia un trazo de tristeza por la ausencia de uno de sus afectos, en ese momento pasajero, pero inolvidable. Me dije a mi mismo: no son todos los que están, ni están todos los que son, pensando en la ausencia de Roosevelt, el esposo de Pilar.

En primera fila Norberto, desde su asiento no dejaba de mirar a su hijita Valeria, a través del cristal de la ventana, quien con apenas dos años de edad, parecía percibir la emoción del momento. Él en su rostro reflejaba el deseo tenerla en sus brazos y pasar con ella al pódium, pero el protocolo de la ceremonia no se lo permitía. Me miro, y en voz baja me dijo: Catalina (su bebe de pocos meses de nacida) se quedo en casa.

Junto a Norberto, Maryuri; alegre, feliz, contenta y muy tensa por la orgullosa responsabilidad dirigir un discurso de su propia inspiración en nombre de los que esa noche éramos designados como los graduandos, ella con la mirada fija en el protocolo, mientras Carlos José hacia malabares para tomarle algunas fotografías, parecía que la totalidad de su ser estaba concentrada del momento en que la llamaran al pódium.

Sobrio y sonriente, allí estaba, al lado de las lágrimas de Leege, el hermano Jaime, como lo llamamos respetuosamente. Me miraba y asentía con su cabeza, como queriendo decir: lo logré, lo lograste, lo logramos. Un hombre que en sus años dorados decidió caminar en la reflexión teológica, desaprendiendo y aprehendiendo para construcción propia y disfrute de su mundo conocido.
El hermano Jaime con aspecto y actitud conservadora siempre me decía, hermano no puede parar, porque si usted para que ejemplo me da a mi que soy mayor que usted. Este hombre tenía el concepto que “en la generación de relevo es la fortaleza sobre la cual descansa la sabiduría madura”. Él con un conservadurismo que dialogaba con los rasgos liberales de la teología de vanguardia, sin exclusiones y con profundas convicciones.


Janet y William, tan aplomados que parecían saber cuantos pasos dar, y como no, si esto ya lo habían vivido. Para ellos era como un dejabú, en otro tiempo, pero en el mismo espacio.

Allí también estaban tres graduandos a mi lado, vestidos con la toga negra; Pérez, Barco y Villamil, diciéndome: hijo e madre lo hicimos. Si, allí estaban sentados junto a mis recuerdos y mis sentimientos. Tres pelaos, que en cuatro años se convirtieron en hombres que cuestionan la construcción de pensamiento, pasando a ser de compañeros de clase a compañeros de vida; solo que la vida les hizo una triste jugarreta y su noche de grado se atrasó.

¿Y que decir de mi? Era un momento en que mis sentimientos estaban a flor de piel. Cualquier frase dicha por los oradores movilizaba un sin fin de significados en la particularidad de mi ser; era como una danza de emociones que se apareaban en mi mente al son de mis sentimientos, enrojeciendo mis ojos con lagrimas que querían salir sin mi consentimiento.

La ceremonia se hacia envolvente y mi cabeza era como un viaje al pasado y al presente; miraba a mi alrededor y me conseguía con rostros llenos de satisfacción, en ese momento pude experimentar que mi satisfacción era la satisfacción de otros, y que en ellos se hizo presente el reír con los que ríen.

Entre ellos mi madre Ana Elvira, contenta, alegre y con muchas lagrimas derramadas por la satisfacción de ver en mí su prolongación de vida; junto ella mi tía Eglis orgullosa del apellido que esa noche se nombraba entre los graduandos: Soto Marín. Con ellas dos, mis inseparables amigos, Aleivi y Carolina, que como siempre me acompañan en la carrera y esperan al final de la meta, para enjugar mi cansancio y seguir dándome animo en el maratón de la vida.
En el festín de sentimientos de un graduado no pueden faltar los agradecimientos, los cuales disfruto expresar, por la humanización que estos contienen:

Al Gran Otro como le prefiero llamar, al que la mayoría llama Dios; por la maravillosa relación que viví y vivo, donde lo humano de mi pudo aprender a disfrutar la relación con la inmanencia de su santidad y manifestación de su amor en mí.

A mi familia, especialmente a mi madre Ana Elvira, y mis dos hermanas María Cecilia y Rosanna, que me han amado con mis riquezas y miserias.

A mi hermano entrañable Aleivi Pérez, que me ha estimado hasta sobrestimarme, sin medir costo, ni tiempo. Con el cual disfruto, rio y lloro del peligro de vivir.

A Carolina Mainard, que se ha convertido en una porrista sin igual en la carrera de mi vida, refrescándome con su sonrisa, animándome con sus palabras y humanizándome con sus lágrimas.

A Jorge y María Elena de los cuales recibí más que una palmadita en la espalda; amigos de permanencia y resistencia en el tiempo. A mí amada iglesia Bautista la fe de Maracaibo que junto al pastor Wilfredo Velázquez caminaron a mi lado para llegar donde he llegado.
A un ser humano llamado Claudia Mejía, utilizando el rigor de su academia para corregir los malos trazos de un principiante. Su ayuda hizo posiblemente que estas líneas hoy fuesen escritas.

A Pablo Moreno Palacios, hombre sabio y humilde, que abrió la ventana de su conocimiento para orientar el deslumbramiento que la academia, llevándome a una conciencia y un compromiso con la sociedad presente, tomando como referencia la historia vivida.

Estoy consiente que sin estos afectos humanizados -a los cuales agradezco infinitamente- hoy no seria llamado el graduado; afectos junto a los cuales he caminado y llegado, y con los que sigo abriendo camino en esta carrera que no termina.

¡Lo logre, lo lograste, lo logramos!

[1] ESCLESIASTES, capitulo 2 versículos25-26. NVI, editorial Vida, 2002

miércoles, 16 de julio de 2008

Celebro, festejo y disfruto...










“Nada hay mejor para el hombre que comer y beber, y llegar a disfrutar de sus afanes. He visto que esto también proviene de Dios. Porque ¿Quién puede comer y alegrarse, sino es por Dios?”[1]
Quiero compartir con ustedes: familiares, amigos, conocidos y desconocidos la celebración de mis 43 años. Sí, llegué a mis cuarenta y tres, aunque no parezca…
Un treinta y uno de mayo de 1965 a los siete meses de gestación Ana (mi madre), en un hospital del estado Zulia-Venezuela dio a luz un no muy hermoso niño, al cual lo bautizó en la santa iglesia católica con el nombre de Alexy Ramón Soto Marín. Disculpen mis lectores pero lo de la mala combinación de nombres se la debo a mi progenitor, que entre otras, una de las pocas cosas que me dejó después de mi llegada al mundo fue esa no muy sonora combinación de nombres. Pero como todo buen macho latinoamericano tenía que dejar su impronta (Ramón) en su primogénito varón, aunque no le dejara nada más.
Mucha ha sido el agua que a pasado bajo el puente de mi vida, pero no se preocupe que no lo voy a encadenar a leer mi historia. Si desea saberla escriba un comentario en mi blog (http://www.teologiareflexiva.blogspot.com/) y se la contaré con gusto. De igual forma puede formularme esa pregunta que siempre me ha querido hacer -y la que aún no se ha atrevido a lanzarme- pero tenga cuidado, porque quienes me conocen saben que las contesto con toda honestidad.
Con estas líneas lo que deseo es compartir con ustedes el disfrute de mi vida y un excelente regalo recibido justo a pocos días de esta fecha natal. Muchos son los regalos recibidos a lo largo de cuarenta y tres años, pero uno de los que más me ha impactado lo comparto con ustedes en las primeras líneas de esta lectura; Un viejo texto bíblico, que me invita a disfrutar de mis afanes, alegrías, comidas y bebidas (mientras se tenga y se pueda comer).
De igual forma compartir mi agradecimiento a Dios por lo recibido, vivido, disfrutado y sufrido; porque, aunque tengo miedos me atrevo a seguir; aunque la profundidad del mar me asusta, me atrevo a nadar; la oscuridad me aterra, pero a tientas salgo a la luz; no tengo hijos, pero me siento padre con el huérfano de la calle; no obtengo la medalla como el mejor, pero llego a mi meta trazada. Por todas estas cosas y las venideras, tomo prestada la estrofa que entona la canta-autora Mercedes Sosa: Gracias a la vida que me ha dado tanto, me ha dado la risa y me ha dado el llanto… gracias al Dios conocido que se ha hecho y se hace presente en la particularidad de mi vida y en las ausencias que ella me presenta.
Me felicito no solo por mi cumpleaños, sino por lo que soy y aun por lo que no soy. No me angustia lo que no he hecho, me alegra lo que hare. Por eso hoy Celebro, festejo con cada uno de los que forman parte de mi universo conocido, expresando un pleno agradecimiento a ese “Gran Otro” que la mayoría llamamos Dios, porque ¿Quién puede comer y alegrarse, sino es por Dios?
Tu amigo y hermano que entre ironías y alegrías celebra junto a ti el don de VIVIR.
[1] Eclesiastés 2 versículos 25 y 26 Nueva Versión Internacional.

La iglesia y su naturaleza evangelizadora como actitud trasversal en su desarrollo.

La naturaleza evangelizadora de la iglesia, más que evocar una historia nos ubica en un presente continuo, considerando que la naturaleza de un órgano es imputable a él mientras exista.
Al respecto, se considera la evangelización como el acto comunicar el mensaje de Jesús contenido en los evangelios, basado en el texto de Mateo 28: 19-20. Planteando esta acción (la evangelización) como el principal compromiso de cada cristiano ante la humanidad que lo circunda. Ahora bien, este mensaje evangelizador plantea que el ser humano debe reconocer su separación de Dios por consecuencia del pecado heredado a través de Adán, siendo el arrepentimiento de sus pecados y el reconocimiento de Jesucristo como Dios encarnado lo que elimina esa separación.
Al respecto en la actualidad la acción evangelizadora es una labor donde no están involucrados la totalidad de los miembros del cuerpo eclesial, o lo que es igual todos los cristianos. Sin embargo la tarea evangelizadora ha estado presente en la historia como parte constituyente de la iglesia[1], aunque no constitutiva de su razón de ser.
Si bien en la praxis la evangelización no es un componente del todo llamado iglesia, en el planteamiento bíblico es vista (la evangelización) como inherente a la existencia de la misma. Ante esta incongruencia surge el siguiente cuestionamiento: ¿Por que gran parte de la iglesia actual en su praxis no presenta la naturaleza evangelizadora como razón de ser en la integralidad de su función?
Ante este cuestionamiento que surge considero abordar de manera reflexiva “la naturaleza evangelizadora de la iglesia”, considerando la importancia de llevarla a la práctica como “una actitud transversal” en el desarrollo de la misma (institucionalizada o no), resaltando los siguientes puntos: Primero, naturaleza evangelizadora de la iglesia como razón de ser. Segundo, la actitud transversal de la evangelización. Tercero, la naturaleza evangelizadora y la reflexión teológica. Finalmente, apuntes para una eclesiología de naturaleza evangelizadora como actitud trasversal en su desarrollo.


1. Naturaleza evangelizadora de la iglesia como razón de ser.

“Al hablar de la naturaleza evangelizadora de la iglesia, se está hablando de la razón de ser de la iglesia”.[2]

Con esta afirmación se están conjugando dos términos “naturaleza” y “ser”, imputables en la existencia de la iglesia. Sin embargo cada uno contiene cargas de significados, que si bien compatibles y algunas veces refundidas, se hace necesario estar consiente del universo que cada una contiene “en sus dos acepciones básicas, tanto en griego (phýsis) como en latín (natura), naturaleza es el conjunto de las cosas que constituyen el universo o la esencia de una cosa que, a modo de principio activo, hace que ésta manifieste un determinado conjunto de propiedades características”.[3] Aunque esta definición es de naturaleza filosófica es aplicable para verificar si la iglesia desde la perspectiva constitutiva tiene naturaleza evangelizadora.

Frente a lo antes dicho la iglesia razona haber descubierto una poderosa base para considerar su naturaleza evangelizadora en el evangelio según Mateo (28: 19-20). Respecto a esto Bill Leonard considera que “la iglesia es una evangelista que cuenta la historia de Jesús y hace discípulos a todas las naciones”.[4] La afirmación de Leonard está inserta en su consideración de ver a la iglesia en su roll de evangelista y maestra como parte constitutiva de su naturaleza.
Cabe resaltar la consideración de David Bosch respeto a la visión misionera de Mateo: “Lo que impulso a Mateo a descubrir su evangelio; [realmente] no emprendió tal proyecto con el fin de componer la ´vida de Jesús´, sino con el animo de proveer una guía a una comunidad en crisis sobre como debía de comprender su llamado y su misión”[5]. En estos planteamientos tanto Bosch como Leonard dejan ver que la evangelización es una acción extendida a toda la iglesia como razón de ser.
Al considerar la naturaleza evangelizadora de la iglesia como la razón de ser de la misma, implícitamente se esta planteando la perdida del sentido de su existencia al momento que esta cese su principio activo evangelizador. Aristóteles, “verdadero padre del concepto de ser occidental, lo constituye en objeto de estudio de la metafísica, ciencia que estudia lo que es, en tanto que algo que es”[6]
Tomando la línea de los conceptos planteados hoy se hace necesario que la iglesia contemporánea se autoevalúe respecto a su tarea evangelizadora, a través de la lupa de los significados (naturaleza evangelizadora y razón de ser) antes planteados, por el hecho de considerar la naturaleza evangelizadora de la iglesia como razón de ser.
Esta autoevaluación se debe realizar tomando en cuenta la estructura de la iglesia como un todo constitutivo, y no como un conjunto departamentalizado, permitiendo ver si el conjunto de las cosas que constituyen el universo de la iglesia manifiestan las características propias de la evangelización como razón de ser en tanto que ella es.
Después de lo antes dicho, se parte de la premisa que la iglesia comprende el sentido de su razón de ser, por lo menos en lo conceptual. Se hace necesario una actitud evangelizadora trasversal en el desarrollo de su praxis diaria vivencial promovida desde su institucionalidad.


2. Actitud transversal de la evangelización.

“Una actitud transversal de la evangelización, donde en su trazo abarque las distintas áreas estructurales de la iglesia, hace posible el desarrollo pleno de su razón de ser”

La real academia española define lo transversal como lo que se halla o se extiende atravesado de un lado a otro. Que se aparta o desvía de la dirección principal o recta. Que se cruza en dirección perpendicular con aquello de que se trata.[7]
La falta de concepción de la iglesia como un todo, que debe hacer de la evangelización un eje transversal presente en todas las áreas que la conforman, posiblemente sea una de las razones poderosas por las cuales (la iglesia) en la praxis no presenta la naturaleza evangelizadora como razón de ser.
Ahora bien; el nacimiento, desarrollo y multiplicación de la iglesia generó la necesidad de la institucionalidad, esta institucionalidad llevó a una organización estructural para su funcionamiento, llevando a formar departamentos para la sectorización de sus funciones. Un ejemplo se puede observar en iglesias protestantes de corte histórico donde su organización se estructuro en pro de su funcionamiento más o menos así:
Educación, para dirigir la formación de la sana doctrina dejada por Jesús. Servicio, para cumplir con el principio ético que presenta el evangelio de servir al necesitado. Compañerismo, en pro de la unión fraternal de los miembros de la iglesia constituida. Administración, para ser buenos mayordomos de los bienes comunes de la iglesia. Finalmente proclamación, Este apartado es el encargado de mantener presente y en desarrollo la razón de ser de la iglesia.
El concepto inicial de esta estructura fue acogido en su totalidad, pues llena los requisitos organizacionales de la institucionalidad. Sin embargo de manera, posiblemente involuntaria e inconsciente, la evangelización fue reducida a una de estas unidades estructurales, remitiéndola a ser parte del todo y no el todo de las partes. Sin embargo la Iglesia ha ido estableciendo a lo largo de los siglos una organización bastante compleja. Max Weber, en un estudio clásico, la consideró (a la iglesia) como “el modelo más consolidado en occidente de racionalismo burocrático”.[8] Y hay que reconocer que funciona con bastante eficacia.
El asunto en esta complejidad es que la evangelización de manera implícita pasó a estar presente pero no en la totalidad de su acción y desarrollo. Por lo que se hace imperante la transversalidad de la naturaleza evangelizadora donde toque todos los puntos que conforman la institucionalidad de la misma.
Ahora bien, no se trata de una eliminación de la estructura dándole la directriz organizacional a la evangelización, más bien que esta sea la filosofía de acción en cada uno de los componentes de la estructura eclesial. Esta transversalidad hace que la evangelización sea una cuestión de todos como lógica razón de ser; se hace necesario que dentro de la iglesia exista un grupo de personas cuya tarea es animar, programar y desarrollar metodológicamente la concreción evangelizadora inherentemente amalgamada en el funcionamiento eclesial para que “realmente sea en tanto que esta es”.
En el texto la iglesia local como agente de transformación[9] donde C. René Padilla junto a Tetsunao Yamamori, compilan diferentes enfoques de una eclesiología para una misión integral, se puede observar una actitud evangelizadora que atraviesa a lo largo de todo el texto en las diferentes posiciones. Si bien el texto nace como por una preocupación al notable déficit en la teología evangélica latinoamericana respecto a la eclesiología, se puede palpar tanto implícita como explícitamente la tranversalidad de la labor evangelizadora, donde diferentes teólogos latinoamericanos se dan cita para un punto en común desde diferentes escuelas de formación.
En este sentido es necesario determinar que la iglesia guía y facilita con el anuncio del evangelio, no es que la iglesia le de poder a la misión evangelizadora; siendo el Espíritu Santo el que le da poder a través de la iglesia.
Así “la evangelización” atravesará de “lado a lado” las distintas acciones institucionales y sus respuestas, con un Espíritu que guía la tranversalidad evangelizadora y dirige la razón de ser de la iglesia.
A partir de aquí se puede entender la naturaleza evangelizadora de la iglesia. Por lo que “el evangelismo no es una actividad especializada, separable o periódica, sino más bien una dimensión de la actividad total de la Iglesia. Todo lo que la Iglesia hace es de significación evangelizadora… Siendo el evangelismo es el lugar en que la iglesia se descubre a sí misma en su verdadera profundidad y alcance”[10]


3. La naturaleza evangelizadora junto la reflexión teológica y la particularidad del sujeto latinoamericano.

“Pareciera que hacer una reflexión teológica sobre la evangelización estuviese en contra posición con la practica de la evangelizadora”.[11]

La naturaleza evangelizadora de la iglesia, como se planteó al principio, desarrolla su acción basada en Mateo 28:19-20. Considerando esta acción (la evangelización) como el principal compromiso de cada cristiano ante la humanidad que lo circunda.
Esta acción se ve impulsada no solo por el planteamiento del evangelio según Mateo, sino por la concepción escatológica de salvación, lo cual plantea una urgencia en la acción evangelizadora; llevando muchas veces la proclamación del evangelio a un reduccionismo, cuyo fin se enfoca en la afiliación de adeptos, sin la profundización teológica que estos tiempos de posmodernidad exigen. Siendo esta (la reflexión teológica) un medio necesario ante la pluriformidad de necesidades e intereses del ser humano contemporáneo.

-La naturaleza evangelizadora junto la reflexión teológica.

Como ya se ha considerado la reflexión teológica en la iglesia latinoamericana muchas veces es vista como una “perdida de tiempo” ante la urgencia de la evangelización y no como una herramienta que interpreta las manifestaciones y el interés de Dios en el ser humano de hoy. “La relación teológica de la eclesiología y la misionología no significa ninguna desencarnación de la realidad por parte de la iglesia y la misión, temor que translucían las teologías del siglo XVIII y XIX en su intento de crear un discurso acorde al pensamiento del hombre moderno. Por el contrario, se contempla una nueva manera de ver la “historicidad” de la Iglesia ya que el mismo concepto de Dios se hace histórico”[12]
En América Latina la teología evangélica es relativamente joven, con mucho corazón y deseo de crecer y robustecerse, sin embargo con gran desventaja académica e histórica respecto a otras teologías, en particular la cristiana católica, pero esto no es determinante para su madurez y desarrollo. En una consideración Samuel Escobar plantea que:

“Esto quiere decir que los teólogos evangélicos se ubican en relación marginal a las elites culturales dominantes en sus países, pero están en el centro de la acción misionera de sus iglesias. Los interlocutores de estos teólogos han sido los activistas que se sientan en el mismo banco de la iglesia o desfilan en alguna campaña de evangelización, mas que los académicos de las universidades…”[13]

En la misión integral latinoamericana la naturaleza evangelizadora debe desarrollarse con una reflexión teológica y la presentación del kerigma de Jesús como eje de la misma, sin embargo hay que tener en cuenta que la sistematización del mensaje posiblemente se haya convertido en un cliché, produciendo un evangelio comportamental y no relacional. J. Sobrino plantea que: “Para comprender a Cristo habrá que comprender al Dios del reino y también la fe en Cristo el Espíritu que suscita en las comunidades. Todo esto hace cambiar la misma noción de modo en la cristología, prohibiendo –por paradójico que parezca- una cristología “en si misma”, pero posibilitándola en verdad al remitirla en ultimo termino a un contexto trinitario”.[14]


Por lo antes dicho, si bien la evangelización se puntualiza en anunciar las buenas nuevas contenidas en Cristo Jesús, esa puntualización debe presentar su naturaleza plena: un Padre organizador de la misión creadora, reconciliadora y recreadora; un hijo como modelo de misión, para recrearla, para transformarla; el Espíritu como fuerza de la misión, un espíritu que actúa en la historia y nos moviliza[15]. Hoy mas que nunca se hace imperioso que la evangelización contenga una reflexión teológica (no reduccionista) digerible por el receptor del mensaje; que le permita una concepción completa, concreta y cimentada del mensaje evangelistico.

-La naturaleza evangelizadora junto a la particularidad del sujeto latinoamericano.

El latinoamericano, al igual que el resto de los individuos que componen otros continentes, tiene particularidades propias como grupo étnico existente, por lo que ante la propuesta de presentar el kerigma junto con Jesús como eje de la acción evangelizadora y la reflexión teológica (traducida a los términos del evangelizado), se debe tener en cuenta lo que el teólogo Pablo Moreno[16] designa como la subjetividad de los sujetos. En su propuesta, Moreno plantea la particularidad de los individuos, proponiendo para avanzar así a la comprensión de esos sujetos consigo mismos, con otros sujetos y con la realidad que aspiran ver transformada. El autor del presente ensayo toma prestado el concepto trasmitido de la subjetividad de los sujetos, el cual reza de la siguiente manera: “Aceptar al “otro” y a la “otra” en toda su complejidad implica considerarlos diferentes, mas allá del simple reconocimiento se trata de escucharles, dejarse interpelar y transformar, para permitirles que asciendan como sujetos”.[17] De este modo queda completa la triada: kerigma de Jesús- reflexión teológica- subjetividad del sujeto, necesaria en la acción evangelizadora contemporánea.
José Duque hace un leve señalamiento a la influencia de la particularidad del evangelizado(a), señala sutilmente que la respuesta al mensaje del evangelio estaba sujeta a la particularidad del individuo o lo que se traduce la subjetividad del mismo. Plantea Duque: “Se determina el objeto de la evangelización, no en la perspectiva psicologizante e individualista, sino que la noticia para el evangelizado, algunas veces resultara “buena nueva”, pero otras no. De tal manera que de acuerdo a la condición social del recipiente, la reacción de la noticia será positiva o al contrario negativa”.[18]
La evangelización no solo puede llevarse a cabo trasmitiendo un mensaje que presenta una lista de formas más que de contenidos, sino con un claro y entendido planteamiento teológico en la presentación trinitaria. Evitando así, hacer de la evangelización una formula reducida al proselitismo religioso, comprimiendo a los nuevos convertidos a la pasiva expresión cultica.


4. Apuntes para una iglesia con naturaleza evangelizadora como actitud trasversal en su desarrollo.

Sin hacer un revés de lo antes planteado deseo puntualizar algunos elementos a tener en cuenta en la propuesta de una actitud evangelizadora transversal, a saber:

-La iglesia debe estar consiente que está destinada para la evangelización; una evangelización integral, pero no integralista, que tome en cuenta en su acción evangelizadora un hijo como modelo de misión, para recrearla, para transformarla.

-El Espíritu como fuerza de la misión, un espíritu que actúa en la historia y nos moviliza.

-Esta evangelización integral debe estar centrada en una reflexión teológica responsable Y entendible por el evangelizado.

-Desarrollar el sentido de su razón de ser en su praxis diaria promovida desde su institucionalidad.

-Asimilar la evangelización como una acción dirigida y extendida en el evangelio de Mateo (28: 19-20) a toda la iglesia. Traduciendo esto en una actitud evangelizadora que atraviese de “lado a lado” las distintas acciones que la conforman.

-Presentar el mensaje del evangelio de la forma mas clara posible, sin caer en reduccionismos simplistas, de esta forma posiblemente llegará (el receptor) a una conversión consciente, desde la particularidad de su concepto de trascendencia.

-La naturaleza evangelizadora, junto la reflexión teológica y la particularidad del sujeto latinoamericano, deben conformar la triada que transportan el kerigma evangelizador.

-Tener en cuenta que la evangelización latinoamericana en lo que respecta a la particularidad del sujeto, tiene características propias de carencias sociales las cuales sin duda alguna mediarán la percepción del receptor. Para ello se debe tener tino y precisión de discernimiento.

-Finalmente se sugiere un replanteamiento de la acción evangelizadora en la eclesiología, tomando como instrumento de estudio el lugar de la evangelización en la institucionalidad eclesial. Este replanteamiento debe tener en cuenta los cuatro elementos mencionados: Naturaleza evangelizadora de la iglesia como razón de ser, actitud transversal de la evangelización, la reflexión teológica y la particularidad del sujeto. De esta forma se llegaría posiblemente a una comprensión de la misión evangelizadora de la iglesia que depure los errores de la acción para no perder su razón de ser.


[1] La documentación histórica para esta afirmación se toma de Pablo Deiros, Historia del cristianismo en América latina, editorial FTL, Buenos aires-Argentina, 1992.
[2] Notas de clase magistral: “la naturaleza evangelizadora de la Iglesia”, Pablo moreno, abril 2008.
[3] Diccionario de filosofía en CD-ROM. Copyright © 1996-99. Empresa Editorial Herder S.A., Barcelona. Todos los derechos reservados. ISBN 84-254-1991-3. Autores: Jordi Cortés Morató y Antoni Martínez Riu.
[4] LEONARD Bill, La naturaleza de la iglesia, Casa Bautista de Publicaciones: el paso Texas, 1989, pag 51.
[5] BOSCH David, Misión en transformación, editorial: Libros Desafío, Michigan E.U, año 2000, Pag. 83
[6] Ibíd. Diccionario de filosofía.
[7] Transversal en Diccionario de la Real Academia Española (DRAE)
[8] COVER Designer Unknown "Ética protestante y espíritu del capitalismo" 1934 edition of Die protestantische Ethik und der 'Geist' des Kapitalismus en esta última sostiene que la aparición y el desarrollo del capitalismo en los países del centro y norte de Europa responde a la ética calvinista, con ello se opuso a las tesis marxistas.
[9] C.RENE Padilla y Yamamori Tetsunao eds., La iglesia local como agente de transformación, ediciones Kairos 2003 Buenos Aires-Argentina.
[10] PANOTTO Nicolás, La naturaleza evangelizadora de la iglesia, Teología y cultura, año 3, vol. 5, Argentina 2006. Tesis doctoral. http://www.teologiaycultura.com/
[11] Ibíd. Clase magistral.
[12] Ibíd. Panotto Nicolás pag. 7
[13] ESCOBAR Samuel, De la misión a la teología, ediciones Kairos, Buenos Aires 1998, pag. 7
[14] Sobrino Jon, Jesús en América Latina, editorial Sal Terrae, Santander San Salvador 1982, pag. 98.
[15] Aunque la idea propuesta es de autoría del escritor del presente ensayo. Se encuentra un planteamiento cercano, propuesto por la teóloga Nancy Bedford en: la iglesia local como agente de transformación. Editorial Kairos. Buenos Aires-Argentina2006.
[16] MORENO Pablo, La subjetividad de los sujetos, Theologica Xaveriana, Vol. 57 No 163 Bogotá-Colombia, pag. 471-484,
[17] Ibíd. Pablo Moreno pag.481.
[18] DUQUE José, Capitalismo: violencia y antivida tomo II, editorial Universitaria Centro Americana, san José de Costa Rica 1978.pag. 323-324.