Hoy viernes recuerdo la cálida Maracaibo, la pintoresca Venezuela. Amigos comienzan a llamar desde primeras horas de la tarde, haciendo “el cuadre” para la salida del viernes por noche, que hacía de nuestra realidad venezolana una disfrutable tragicomedia. Recibidos por la tertulia nocturna acompañada de risas, atendidos por el mesonero de turno, y despedidos por aquel maracucho rebuscador que nos dice: bien cuidao su carro jefe!
en esa sabrosa Colombia. Con un grupo de amigos y amigas revisamos nuestros bolsillos para pasar la noche comiendo una pizza compartida, y discutiendo teología al mejor estilo alemán en aquel recoveco de la calle 66 entre la Pasoancho y la Autopista.